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La filosofía en la edad moderna: El materialismo.






Marx.

 

1. El despliegue del materialismo.

 

El desarrollo del hegelianismo, con la problemática llevada sobre la religión y el hombre, se bifurca pronto para constituir el doble proceso de "derecha" que "izquierda" hegelianas. Aquélla pretende concordar ha Hegel con la religión cristiana. Ésta niega la posibilidad misma de la concordancia, basándose en que el pensamiento de Hegel, la religión se niega en la filosofía.

 

Al lado del materialismo histórico, de base preponderantemente económica, hay que mencionar el materialismo científico, que se desarrolla en contacto con las ciencias de la naturaleza.

 

Pero, tres son, pues, los tipos de materialismo: El materialismo naturalista,  el materialismo histórico y el materialismo científico.

 

2. Marx y El materialismo histórico.

 

Estamos en un momento en que la reducción de Dios al hombre no es todavía completa (Feuerbach). Se han eliminado las abstracciones de Hegel, pero a costa de sustituirlas por otra abstracción: el hombre, lo único divino, que es considerado como especie, no como individuo. Queda una tarea concreta para Marx: la reducción del hombre al hombre concreto, al individuo singular, surgido de las puras cosas terrenas.

 

3. Marx.

 

Carlos Marx (1818-1883) nació en Tréveris, de familia judía y siempre en emigración forzosa, hasta que se establece en Londres con su compañero Federico Engels (1820-1895), adopta el método hegeliano, pero no el sistema. El espíritu absoluto, que en Hegel constituye el primer motor de la historia, es sustituido por la naturaleza material; el espíritu nacional, encarnación, en cada pueblo, del espíritu absoluto, es sustituido por las relaciones económicas productoras de toda organización jurídica o moral, política o religiosa, y determinante de toda forma concreta de pensamiento. Porque, en efecto, el derecho existente, pensará Marx, no es otra cosa que el repertorio de normas superpuestas a las relaciones económicas; la moral, un conjunto de reglas que, apelando a la conciencia de los hombres, pretende asegurar la paz social, en exclusivo beneficio de quienes viven del trabajo ajeno; la religión, el sistema de creencias en la presunta felicidad futura, narcótico del proletariado e instrumento de su misión; la ciencia, mero reflejo ideológico de la estructura económica que tiene por base.

 

Engels se ha preocupado de declarar la vinculación hegeliana del marxismo:

“de Hegel procede la gran idea fundamental de que el mundo no debe ser concebido como un repertorio de cosas, sino como un complejo de procesos, en el cual las cosas, estables en apariencia, y lo mismo sus reflejos intelectuales en nuestra mente, los conceptos, atraviesa un incesante proceso... en progreso continuo”. 

 

Y su preocupación se centra en el hombre, económicamente interpretado. El capitalismo (tesis) origina el proletariado (antítesis); la contraposición de las dos clases originará la lucha que desembocará en la revolución proletaria, de la que surgirá el socialismo (síntesis). Pertenece a las más arraigadas convicciones del marxismo la creencia en que se puede favorecer el proceso avivando la lucha de las clases. He aquí las palabras reveladoras de Marx: "procurando demostrar: primero, que la existencia de las clases está ligada únicamente determinadas fases del desenvolvimiento histórico de la producción; segundo, que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; 3º, que esta dictadura constituye únicamente el tránsito hacia la definitiva supresión de todas las clases”. Entonces volverá la sociedad a su ser natural: una asociación en la cual el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos.

 

El marxismo no advierte la contradicción de someter la historia a la dialéctica para parar la dialéctica y la historia en un momento determinado del proceso. Ya Hegel había hecho algo semejante: detener el movimiento dialéctico cuando había alcanzado el nivel de la filosofía, el de la propia filosofía hegeliana. Ahora Marx, interpretando la historia universal según el módulo de la dialéctica concreta, constitutivas del ser de la realidad misma, nos dice: la economía de la esclavitud produjo el feudalismo, que se encargó de destruirla; la economía del feudalismo originó la burguesía, que dio suficiente cuenta de él, superándolo; la economía burguesa engendro el proletariado, encargado de suprimirla mediante la lucha de clases; la economía proletaria, merced al movimiento del comunismo, se limitará a suprimir la situación presente. ¿En qué quedamos? Si todos los niveles económicos de la historia (esclavitud, feudalismo, burguesía) llevan en su seno la antítesis que los devora, ¿Porqué de la economía proletariado va a surgir, sin más, la sociedad perfecta, sin antítesis, deteniéndose el proceso dialéctico y la historia misma? No; el marxismo tiene que renunciar a su idea fundamental de que la dialéctica es el ser mismo de la realidad, o debe reconocer que la sociedad proletaria debe también ser dialécticamente autodestruida, aunque sea para enlazar, circularmente, con una nueva economía esclavista.

 

La afirmación básica del marxismo, según la cual el ser y el acontecer se explican por intervención exclusiva de la causa material, representan un dogmatismo insultante para todo científico. Una fenomenología del ser que respete los hechos advertirá, si no cierra los ojos al mensaje de las cosas, junto a la causa material, otras tres: la formal, la eficiente y la final. Lo que sucede es (y con esto se explica psicológicamente la posibilidad del exclusivismo marxista) que en nuestro mundo cosmológico estas tres causas no actúan sino bajo la condición de actuación de la causa material. La confusión de lo que es condición de actuación con la actuación misma no es de poca monta.

 

 

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