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La filosofía en la edad moderna: el racionalismo.

La filosofía en la edad moderna: el racionalismo.

Benito Espinosa. Y el panteísmo.

 

1. Vida.

 

Benito Espinosa (1632-1677) nació en Amsterdam, aunque procedía de una familia de judíos emigrados de la Península ibérica a los Países Bajos. Vivió en extremada pobreza, dedicado a la filosofía y a pulir cristales de óptica.

 

 

2. Punto de partida cartesiano.

 

Aunque Espinosa conocía la filosofía tradicional, parte de la dimensión cartesiana y, concretamente de la definición de la sustancia.

 

Descartes había dicho que la sustancia es aquello que no necesita de otra cosa para existir: sólo, pues, con contradicción podría llamar sustancias a la res cogitans y a la res extensa. Espinosa define la sustancia diciendo que es aquello que es en sí y se concibe por sí; esto es, aquello cuyo concepto no necesitan del concepto de otra cosa, por el cual deba ser reformado, y con más lógica que Descartes, concluye que sólo hay una sustancia. De esta manera elabora Espinosa, partiendo de la definición de sustancia, y por aplicación de un método rigurosamente deductivo su sistema panteísta.

 

 

3. Teoría de la sustancia.

 

La sustancia, es decir, la naturaleza, es decir, Dios es el ser infinito, absoluto, perfecto, causa de sí mismo. Contra el dualismo cartesiano de la sustancia pensante y extensa, Espinosa afirma que Dios es la única sustancia identificada con la naturaleza impersonal del universo:

deus, sive substantia, sive natura.

De esta única sustancia se deriva todo fenómeno, y, por lo mismo, de nuestro concepto de Dios y mediante un orden rigurosamente matemático, ha de poder deducirse todo el sistema filosófico.

 

Espinosa intenta demostrar el monismo de la sustancia con un largo razonamiento, cuyas etapas principales son las siguientes:

 

A. La causalidad transitiva supone comunidad de atributos entre la causa y efecto;

 

B. Pero entre dos sustancias no puede haber comunidad de atributos;

 

C. Luego una sustancia no puede producir a otra ni ser por otra producida;

 

D. Pero entonces toda sustancia es causa de sí misma (causa sui), envolviendo su esencia necesariamente la existencia;

 

E. En consecuencia, toda sustancia es infinita, autosuficiente;

 

F. Más, si existe una sustancia absolutamente infinita, con una infinidad de atributos infinitos, no hay lugar para la existencia de otra sustancia;

 

G. Y como existe Dios, sustancia infinitamente infinita, es preciso decir que “además de Dios no puede darse ni concebirse otra sustancia”.

 

 

4. Los atributos.

 

Las dos sustancias creadas (res extensa y res cogitans) que admitía Descartes quedan reducidas, en la mente de Espinosa, a meros atributos de la única sustancia. En efecto, la sustancia o Dios tiene infinitos atributos infinitos, de los cuales únicamente conocemos dos: la extensión y el pensamiento.

 

 

5. Los modos.

 

Los atributos se realizan en lo que Espinosa llama modos. Modo, por contraposición a la sustancia, es aquello que existe en otro y se concibe por otro. Los modos son afecciones mediante las cuales se expresa la sustancia única a través de sus atributos. Los modos del atributo extensión son las cosas individuales. Los modos del atributo pensamiento son las ideas.

 

 

6. El problema de la comunicación de las sustancias.

 

El problema de la comunicación de las sustancias, que Descartes lanzara a la metafísica del racionalismo, obtiene en Espinosa una solución muy lógica, de acuerdo con su teoría de la sustancia. Propiamente desaparece el problema en cuanto tal. Ya no hay dos sustancias que poner en comunicación, sino una. Más, aunque la sustancia tiene dos atributos, no hay problema de comunicación, sino sólo de correspondencia. Esta correspondencia de establecerse ya a priori: entre el pensamiento y la extensión habrá una correspondencia de riguroso paralelismo: al fin y al cabo, los dos atributos de una única sustancia, de la cual son expresión. Más aún: el paralelismo habrá de hacerse extensivo a los modos: cada modo del atributo extensión (cosa individual) será paralelo a su correspondiente modo del tributo pensamiento (idea). Por eso dice Espinosa que el orden y la conexión de las ideas es el mismo que el orden y la conexión de las cosas.

 

 

7. El hombre.

 

Para Espinosa, el hombre es un modo de la única sustancia, pero un modo peculiar, ya que es modo de los atributos (extensión y pensamiento) de Dios. El hombre tiene cuerpo y alma. No hay Unión del cuerpo y el alma, pero sí paralelismo. Todo lo que acontece en el hombre es natural. El hombre carece de libertad. Espinosa tiene una idea de la libertad, según la cual sólo Dios es libre. Más el hombre puede liberarse por el conocimiento y la obediencia de Dios: obedecer a Dios es libertad.

 

 

8. La ética.

 

La ética de Espinosa abarca todo su sistema. Es, en primer lugar, una ontología de Dios, la única sustancia o naturaleza eterna e infinita. Es, en segundo término, un tratado de los dos atributos divinos: la extensión y el pensamiento. En tercer lugar, un estudio de las pasiones. En cuarto término, una investigación acerca de la servidumbre humana. Finalmente, una exposición de la potencia del intelecto o de la libertad y la felicidad del hombre, que no es otra cosa que un amor intelectual a Dios.

 

 

9. Conclusiones.

 

El sistema de Espinosa muestra claramente cuán exacta era la afirmación de santo Tomás, según la cual, un error pequeño al principio es grande al final. La falsa noción de la sustancia de termina el gran error de todo sistema de Espinosa.

 

La concepción de la univocidad del ente, esto es, el principio implícito de la unicidad de todo lo real, y la aplicación del método matemático, incongruente con la estructura noética del objeto de la filosofía, son los dos grandes fallos que invalidan radicalmente el panteísmo de Espinosa.

 

(Espinosa y Einstein, Proyección Vdeo. CMS Nº 6)

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