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La filosofía en la edad antigua: época patrística.

La filosofía en la edad antigua: época patrística.

Introducción a la filosofía patrística.

 

1. El cristianismo y la filosofía.

 

El cristianismo no es, en rigor, una filosofía, sino una religión. Esta doctrina de vida se asienta sobre unos principios desconocidos por los filósofos antiguos: la paternidad de Dios, la unidad y fraternidad de todos los hombres fundada en esa común paternidad, la redención, la vida eterna. Dios no es sólo padre de todos los hombres, sino también creador de todas las cosas. Los hombres, hijos de Dios, han caído en el mal; pero Dios, en su infinita misericordia, envió al mundo a su propio hijo, Jesucristo, que trajo la redención y la buena nueva, haciéndoles herederos de la gloria. Para nuestra redención es esencial la gracia, y, supuestos básicos, en el orden del pensamiento, la creencia, la fe y en el orden de la práctica, el amor, la caridad, las buenas obras.

 

El cristianismo, pues, sin ser una filosofía, tiene en su base un pensamiento. Las fuentes literarias de este pensamiento están contenidas en la sagrada Biblia.

 

El cristianismo, que no es una filosofía, ha engendrado una filosofía. A esta filosofía engendrada por el cristianismo puede y debe llamarse, filosofía cristiana. El filósofo cristiano será filósofos sin dejar de ser cristiano, y cristiano sin dejar de ser filósofo. Lo cual acontecerá en un sentido muy hondo y radical.

 

Porque no es ya que cristianismo y filosofía se inscriban en dimensiones distintas del ser humano: aquel en la práctica y está en la teoría. No; el cristianismo no es sólo una forma de vida; es, como quedó señalado, una creencia, y, como tal, se inscribe en la dimensión teorética del hombre. Entonces surge un grave problema en torno a las relaciones entre cristianismo y filosofía.

 

Nos encontramos ante el filósofo cristiano: en su humana y personal unidad diríase que filosofía y cristianismo se identifican; por creyente, el filosofar del cristiano no podrá ser autónomo: creencia y filosofía, parece que se confunden; la fe y el saber se identifican sin residuo. Para apreciar mejor la dificultad, obsérvese que el problema no surge ante las demás ocupaciones intelectuales infrafilosóficas. El químico, por ejemplo, puede hacerse cristiano, y esta dejar de serlo sin que su química se vea, por ello, en lo más íntimo afectada. En filosofía, las cosas acontecen de manera muy diversa. Tras el mensaje evangélico no le es dado al filósofo otra alternativa: o es cristiano o es anticristiano. Las palabras del propio Jesucristo tienen en el ámbito de la filosofía especial cumplimiento sin posibilidad de excepción:

"El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge desparrama”.

Y es, simplemente, que el cristianismo, religión revelada por Dios y, por tanto, expresión de la verdad absoluta y la filosofía, búsqueda intelectual de la absoluta verdad, se han encontrado en el mismo ámbito objetivo y sólo como amigos o como enemigos pueden vivir. En lo sucesivo, el cristianismo que deviene filósofo se reconoce con el filósofo que ha devenido cristiano. La fórmula "filósofo cristiano" es idéntica a ésta: "cristiano filósofo”. Y esta identidad no se realiza en otras esferas intelectuales.

Se nos muestran radicalmente falsa la afirmación de que el filósofo sólo surge allí donde el hombre ha perdido la fe.

 

 

2. División de la filosofía cristiana.

 

La filosofía cristiana comienza ya en el siglo I de nuestra era, alcanza la hegemonía del pensamiento en la edad media y se prolonga hasta nuestros días.

En su cronología y temática han de distinguirse en la evolución de la filosofía cristiana dos grandes épocas: la patrística o filosofía de los padres de la iglesia, que abarca hasta el siglo V, y la escolástica o filosofía de las "escuelas" cristianas.

 

 

3. Caracteres generales de la patrística.

 

La patrística es aquella fase de la filosofía cristiana que va desde el siglo I al V.

 

Se llama patrística por constituir la especulación de los padres de la iglesia. No es la patrística una filosofía sistemáticamente elaborada, excepción hecha de San Agustín. La misión de los padres no era, en sentido estricto, filosófica. Tenían que fundar y establecer la vida religiosa y espiritual de la cristiandad y defenderse de las acusaciones y de las herejías nacientes. Moviéndose en un orbe configurado por conceptos grecorromanos los deben verificar a la traducción filosófica de la creencia cristiana. Evitando el peligro de naturalización del cristianismo que esto significaba, y que de hecho se consumó en la herejía del gnosticismo, se concluyó la tarea traduciendo la filosofía griega en los términos de la nueva doctrina. Y se hace de tal manera, que, aunque todo parezca igual, todo se encuentra esencialmente modificado.

 

De ahí la peculiar relación de la patrística con la filosofía helenísticorromana, y, a través de ella, con la filosofía griega como tal. Nos sale al paso un grave problema, cuya solución histórica queremos apuntar aquí. ¿Qué relación existe, en el orden filosófico, entre la especulación patrística y la especulación grecorromana? Intentemos observar la conexión entre la filosofía de los padres de la iglesia y la filosofía de los pensadores paganos. Dos posiciones que podemos calificar de ahistóricas pretenden negar esa conexión expresando, no lo que fue, sino lo que desean hubiera sido. Los historiadores protestantes defienden los fueros de un cristianismo incontaminado, puramente evangélico, y cargan a la dogmática cristiana la responsabilidad de haber introducido en su seno la especulación grecorromana como espurio añadido a la tradición primitiva. Los teóricos del progreso iliminista defienden los fueros de un pensamiento helénico absolutamente original y autónomo, que se despliega siempre hacia la más perfecto, con tal de que el cristianismo u otras dogmáticas intromisiones no le priven de libertad. Son dos posiciones que teóricamente se mueven en el dominio de la pura abstracción y prácticamente en el de la rebeldía. El protestantismo es la moderna protestante del hebraísmo contra la grecorromanidad; el progresismo ilustrado la protesta contraria del helenismo contra la cristiandad. Otras dos posiciones intentan mediar entre ambos exclusivismos. Defiende la primera los partidarios de la concepción dialéctica de la historia: la filosofía griega representaría la tesis y el cristianismo primitivo la antítesis; en el juego dialéctico de la historia darían lugar a la síntesis de la civilización cristiana, conformadora de occidente. La segunda más simplista, aun reconociendo la originalidad y la fuerza triunfal del cristianismo, no encuentra que la filosofía haya sido por él en lo más mínimo afectada. Con la negación de la filosofía cristiana se ha negado también el problema que tenemos planteado. Pero he aquí que sólo la expresión "filosofía cristiana" contiene los elementos que resuelve la cuestión. La patrística es, filosóficamente, la conjunción de la filosofía griega con la revelación cristiana. Más que maduración interna del helenismo, transformación de la filosofía griega, cuyo primer resultado es la ampliación del panorama filosófico al dominio del existir en cuanto tal. Con la patrística la filosofía se ha colocado en trance de alcanzar el último nivel de la metafísica. La revelación religiosa proyectó su luz sobre el ámbito filosófico y a su resplandor vinieron los filósofos que devenían cristianos nuevos aspectos de los problemas naturales que con la sola razón filosófica habían de ser resueltos. Y sobre el ámbito natural, se advirtió el ya iluminado reino de la naturaleza, que, al ser estudiado a la luz, luz de la revelación virtual, daría lugar a la teología sobrenatural, sabiduría suprema respecto de la cual la filosofía que era en segundo plano en los honores de sierva.

 

De todas formas las cosas no acontecieron con la simplicidad con que son descritas. La época patrística no constituye un fenómeno cultural uniforme y homogéneo. A la heterogeneidad de su real despliegue histórico subyace una multiformidad en las concepciones sobre el valor y la apreciación de la filosofía.

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1 comentario

Rodolfo Plata -

PATRISTICA. La Epístola apócrifa de los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la educación en los valores de la paideia griega (cultivo de sí). Que tenía como propósito educar a la juventud en la “virtud” (desarrollo de la espiritualidad mediante la práctica continua de ejercicios espirituales, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, para alcanzar la trascendencia humana) y la “sabiduría” (cuidado de la verdad, mediante el estudio de la filosofía, la física y la política, a efecto de alcanzar la sociedad perfecta). El educador utilizando el discurso filosófico, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, ilustra lo que es la trascendencia humana y como alcanzarla. Y por su autentico valor propedéutico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar los fines últimos de la paideia griega siguiendo a Cristo. Meta que no se ha logrado debido a que la letrina moral del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo (helenismo cristiano), separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su religión basura que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD