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La filosofía en la edad antigua: época helénica.

La escuela jónica.

 

1. Los antecedentes orientales de la filosofía griega.

 

La filosofía griega no surgió sin precedentes que condicionan su aparición, dos géneros de antecedentes quedaron ya apuntados: las civilizaciones orientales y la mitología del propio pueblo griego.

 

Sobre las colonias griegas de Asia menor, donde va a constituirse el primer centro filosófico propiamente dicho, había gravitado poderosamente a la influencia de las grandes civilizaciones de Egipto y de Asia, donde habían florecido ciertas investigaciones científicas (astronomía y matemáticas) y técnicas (medicina y agrimensura). No habían faltado tampoco determinadas reflexiones, siempre ligadas al imaginativo ciertamente, pero concretadas en determinadas creencias sobre la supervivencia del alma y el origen del mundo. Todo ello fue aprovechado por los griegos, que habían de elevar la reflexión a la categoría de racional y sistemática, haciendo surgir así a la filosofía propiamente dicha.

 

 

2. La reflexión mítica en la civilización helénica.

 

Para el nacimiento de la filosofía fueron también decisivas las primeras reflexiones míticas que habían venido desarrollándose en la civilización prehelénica. La reflexión mítica, que después se prolonga en los primeros tiempos de la civilización griega, divinizado las fuerzas y los seres en la naturaleza, dándoles figura humana (antropomorfismo), y estuvo atenta a la explicación de los orígenes del mundo (teogonías). Homero (siglo X antes de Jesucristo) presentaría ciertas reflexiones sobre los problemas del mundo al considerarlo producido por fuerzas divinas, de las cuales el océano es el primer progenitor. Hesíodo (siglo VIII antes de Jesucristo) deriva de la teogonía una cosmogonía, cuyo problema capital es el del origen de todas las cosas; pone como principio de todo al caos tempestuoso. En el siglo VII aparecen las teorías cosmogónicas del Orfismo, un complejo movimiento que toma su nombre del poeta mítico Orfeo. Los órficos buscan el principio de todas las cosas en la noche o en Cronos (el tiempo); admiten la idea de la cíclica repetición de todas las cosas, y, por lo que se refiere al alma, defienden la metempsicosis o transmigración de un cuerpo a otro.

 

Parece natural la consideración de que el pensamiento griego de todo este período, que podemos llamar místico-religiosos o poético-teológico, condicionase positivamente el nacimiento de la reflexión filosófica propiamente dicho. Hay en él como un progresivo despojamiento de la expresión mítica y del carácter religioso acentuado después del Orfismo en poetas como Esquilo y Píndaro, y más todavía en los sabios sentenciosos. Cuando ese despojamiento se haga más sensible y adquieran vigor las indagaciones matemáticas y astronómicas, quedará todo definitivamente preparado para el surgimiento de la filosofía. Diríase que la materia de la filosofía estaba ya lograda. Sólo era necesario ganar su forma. Con la entrada en acción de Tales de Mileto se produjo el milagro. La filosofía surge como reflexión racional sobre la naturaleza del universo.

 

 

3. El problema de la filosofía jónica.

 

La filosofía griega tiene su origen en Mileto, ciudad jónica de Asia menor, a partir del siglo VI antes de Jesucristo, Tales, Anaximandro y Anaxímenes son sus primeros representantes. Estos pensadores de Mileto comienzan por apartar la especulación de los dioses para centrarla en el universo mismo. No es que nieguen la influencia de los dioses ni de otros agentes exteriores en el ser y el acontecer mundano; la dejan, simplemente de lado. Surge así la filosofía, explicación racional del universo, como teoría acerca la "Naturaleza" de la fysis. Se intenta explicar la naturaleza sin salir de la naturaleza; el acontecer de los seres naturales, por un principio natural, y sin que la explicación repercuta en la vida religiosa, técnica o política. Dos caracteres ganan la filosofía con estos primeros sabios de Mileto: El desinterés del conocimiento, que hace de la especulación pura teoría, y la universalidad del objeto a que se dirige, que comprende la naturaleza entera. El problema en torno al que giró toda la especulación milesia fue el tema del principio (arjé) de todas las cosas, de la sustancia primordial que se halla en el fondo de todos los seres naturales y que se conserva a pesar de todos los cambios. La universalidad, pues, ganada como carácter de la filosofía, se ve doblemente reducida: se lleva sólo sobre la naturaleza sensible, dejando encubiertas otras regiones de la realidad, y se hace consistir la explicación en la búsqueda de la causa material sin tan siquiera apuntar a otras clases de causas, salvo, tal vez, la eficiente. En un doble sentido, pues, se reduce el problema filosófico a lo puramente material y físico. De ahí el hombre debe fisiólogos con que se conoce, desde Aristóteles, a los naturalistas jonios.

 

 

4. Tales de Mileto.

 

El más antiguo de todos los filósofos jonios es Tales de Mileto (624-546, aproximadamente). Se trata de uno de los siete sabios de Grecia. Fue, además de filósofo, astrónomo, político y matemático. Se le atribuyen varios descubrimientos científicos, como la predicción de un eclipse. Para Tales, el principio de donde procede todo es el agua (posiblemente por influencia babilónica), esto es, el estado de humedad. Es probable que fundase esta afirmación en la experiencia de que los alimentos y el semen de animales y plantas son húmedos. El agua, como principio que es de todo lo demás, carece ella misma de principio. Debe entenderse como una fuerza activa, animada y animadora, como elemento "divino". De ella deriva todas las demás fuerzas y los seres todos de la naturaleza. También pensaba Tales que la tierra era un disco flotando sobre el agua. Además, el mundo estaba lleno de espíritus (hilozoísmo). Finalmente, admitía que las estrellas están clavadas en el firmamento. Es el tributo que la inteligencia los primeros filósofos debía rendir a los sentidos.

 

 

5. Anaximandro.

 

Sucesor de Tales, vivió aproximadamente desde el año 610 al 547. Escribió la primera obra filosófica en prosa, sobre la naturaleza, título que se dio después a gran número de libros filosóficos. También fue, como tales, matemático y astrónomo, e igualmente se le atribuyen numerosos inventos científicos.

 

Cree Anaximandro que el arjé no es ninguna de las cosas de la experiencia. Tal vez éste constituido por una mezcla de todas las sustancias, o por una sustancia indeterminada, a la que llama ápeiron (y infinito o indefinido). Pensaba que una materia finita no podía dar lugar a la indefinida sucesión de cambios.

 

El avance perceptivo de Anaximandro sobre Tales es muy notable. Las líneas generales de su cosmología, siempre difíciles de determinar en detalle por las clases de fragmentos conservados, podrían establecerse así:

 

El ápeiron es principio de todas las determinaciones físicas, contingentes y mutables que se observan en el mundo. En sí mismo considerado carece de toda determinación física y concreta. Es, por tanto, originalmente indefinido y originado de toda determinación cósmica. Frente a la multiplicidad de las cosas, posee el ápeiron unidad; frente al desequilibrio, armonía; frente a la contingencia, necesidad; frente a la temporalidad de lo naciente y perecedero, eternidad. El ápeiron es el "divino inmortal" de donde todo se origina y a donde todo regresa. Respecto de él, todo lo demás es ruptura y fraccionamiento, desequilibrio y contrariedad.

 

El proceso cósmico de sucesión de los mundos infinitos que es entendido por Anaximandro como la reparación o expiación de una injusticia. En el comienzo del proceso hay una "caída"; en el término, un retorno. Y entre la caída y el retorno, el proceso mismo entendido como necesaria expiación. La "caída" se origina por una especie de excitación que da lugar a un sinnúmero de torbellinos, cada uno de los cuales producirá un mundo. Consiste la caída en la ruptura de la unidad, el trastorno de la armonía, la degradación de lo necesario. Su resultado es el nacimiento de las cosas y su distribución en contrarios (raro-denso, caliente-frío, seco-húmedo). Comienza entonces la lucha como expiación de la injusticia a todo lo largo del proceso temporal. Sólo concluida con la destrucción de los contrarios, la reducción de las suposiciones, la superación de la multiplicidad. Es decir, por el retorno periódico a la unidad original.

 

 

6. Anaxímenes.

 

Anaxímenes de Mileto vivió aproximadamente desde el año 588 al 524. Vuelve el problema filosófico a la dimensión en que lo colocara Tales. Sólo que mientras Tales ponía el principio originario en el agua, Anaxímenes lo pone en el aire, esto es, en el estado gaseoso. Bajo la influencia del frío se produce el proceso de compensaciones sucesivas del aire para dar origen a las nubes, a la agua, a la tierra. Y bajo la influencia del calor se inicia el proceso de la mayor dilatación o rarefacción del aire para dar origen al fuego y a los astros. La naturaleza está también animada, constituyendo el aire, el verdadero soplo de la vida.

 

Debemos notar, en Anaxímenes determinadas aportaciones perfectivas al proceso de la filosofía jonia. No creo, contrariamente a Anaximandro, que el simple movimiento en el seno del principio tuviese eficacia productiva. El movimiento puede separar las cosas mezcladas, pero no producirlas. Por ello precisamente exigía el doble proceso opuesto de condensación y rarefacción. Con el, pues, la filosofía se aparta aún más de las cosmogonías anteriores.

 

 

7. Examen de la doctrina jónicas.

 

La especulación de estos primeros jonios es una filosofía de la naturaleza con preocupación por lo fenoménico. Su preocupación fundamental se dirige a la indagación de lo que pueda explicar el origen de las cosas y de lo que, en definitiva, constan. Y la explicación se resuelve en un principio material, que es "concreto" para Tales, "indeterminado" para Anaximandro y "vital" para Anaxímenes. Los tres son empiristas. La concepción unitaria o monista del principio se hace compatible con la franca afirmación del pluralismo físico de las cosas. La falta de una distinción neta entre la materia y el espíritu les hace derivar al hilozoísmo.

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