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Twitter y blogs en las escuelas.

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Reforma educativa en el Reino Unido quiere que los alumnos se pongan al día con las nuevas tecnologías. (Cultura, Reino Unido, Educación)

Raúl Faín Binda

BBC Mundo, Londres

 

Una propuesta de reforma al programa de estudios de la escuela primaria de Gran Bretaña ha causado un revuelo en este y otros países.

 

Los planes, elaborados por el educador Sir Jim Rose, ex director de Ofsted, el órgano supervisor de la enseñanza, serán dados a conocer en abril, pero el diario The Guardian publicó un resumen el 25 de marzo.

 

El informe permite comprobar que la propuesta es un compromiso entre las diferentes orientaciones que pugnan por el control de la educación.

 

Entre las novedades gratas a los "modernistas" encontramos el estudio de blogs, Twitter, Wikipedia, sitios sociales y otros aspectos supuestamente superficiales de la red de Internet.

 

Los "tradicionalistas", por su parte, se sienten reconfortados con novedades como el énfasis en el estudio cronológico de la historia, el desarrollo de la capacidad de escritura manual de los escolares y también de su aptitud para hacer cálculos mentales, en vez de utilizar la calculadora.

 

¿No más Victoria?

Los medios británicos han destacado una de las ideas llamadas a tener más repercusión: "La Segunda Guerra Mundial y la Reina Victoria no serán obligatorios", según el título de The Guardian .

 

Esto provocó una conmoción, porque mucha gente interpretó que las futuras generaciones de británicos no sabrán nada de dos épocas fundamentales en la historia nacional.

En realidad, el autor de la reforma quiere evitar una duplicación que ha sido muy criticada en el pasado: esos dos temas, la guerra y la época victoriana, ya son enseñados en profundidad por las escuelas secundarias.

 

Además, las escuelas y los maestros tendrán más libertad para elegir los temas: los que quieran enseñar la época victoriana podrán hacerlo.

 

Hasta ahora, los programas de estudio han estado grabados a fuego.

Sir Jim Rose, descrito en perfiles periodísticos como un educador con "antenas políticas muy bien orientadas", propone dividir la enseñanza primaria en seis áreas básicas:

  Inglés, comunicación e idiomas extranjeros.

  Matemáticas.

  Ciencias y tecnología.

  Comprensión del ser humano, sociedad y medio ambiente.

  Salud física y bienestar.

  Artes y diseño.

 

Entorno social

Entre los elementos novedosos figura una atención particular sobre la relación de los niños con su entorno social.

 

Ya no basta con tratar de estimular el desarrollo infantil con clases de gimnasia o sesiones deportivas. Ahora también se dictarán clases sobre la relación con la familia y los amigos.

 

Habrá trabajos prácticos en que los niños aprenderán a "negociar" con sus pares y los adultos en diversas situaciones, así como las formas de reconocer y prevenir los actos de posible abuso, tanto físico como sexual.

 

Los comentaristas británicos coinciden en que Jim Rose, el autor de la propuesta, es un profesional muy ducho "que sabe cómo salirse con la suya", según John O´Leary, ex editor de Educación del diario The Times .

"Salirse con la suya", en este caso, es lograr respaldo político para la reforma de una actividad en la que virtualmente toda la población tiene opiniones muy firmes, ya sea como alumnos o como padres de alumnos.

 

"Ideoogías diferentes"

Peter Wilby, en un perfil publicado el año pasado por The Guardian , destacó la experiencia de Rose como jugador de rugby en un puesto, el de medio scrum , que es el nexo entre las diferentes líneas del equipo, formadas por jugadores muy distintos entre sí, física y mentalmente.

 

"Posiblemente a esto deba su habilidad para navegar entre ideologías educativas totalmente diferentes", escribió Wilby.

 

El gobierno pidió a Rose un marco para que las escuelas se concentren en mejorar los estándares de lectura, escritura y manejo de los números, así como la introducción de cursos de idiomas extranjeros, que es una flagrante carencia en la educación británica.

 

En varios países europeos se enseñan idiomas extranjeros en las escuelas primarias, pero no en Gran Bretaña, donde mucha gente cree que los extranjeros deben aprender inglés y que con eso basta para entenderse.

 

Al mismo tiempo, el educador ha escuchado las presiones de quienes alegan que la enseñanza no puede dejar de lado la cultura en la que se imparte, y en la actualidad es evidente que los medios de comunicación de masas imponen el estilo y muchas veces el contenido.

 

Un número creciente de niños sabe utilizar una computadora antes de aprender a escribir. Desestimar esto no conduce a nada, opina Rose.

Otra novedad importante es la reversión de una reforma relativamente reciente, que restó importancia a la cronología en la enseñanza de la historia.

 

Con la excusa de que la comprensión de un hecho no tiene por qué estar vinculada con la fecha en que ocurre, la enseñanza de la historia en Gran Bretaña se desprendió virtualmente del devenir histórico.

 

Ahora, en palabras de Jim Rose, "al término de la primera etapa, los niños deberán tener una visión que les permita ubicar los periodos, sucesos y cambios que han estudiado en un marco cronológico, y comprender algunos de los vínculos entre ellos".

 

Este razonamiento, tan natural para los educadores de hace algún tiempo (y todavía ahora en algunos países), suena ahora como una innovación, en una propuesta para la reforma educativa en uno de los países centrales.

 

A veces, se avanza mirando hacia atrás.

 

Carta al Tribunal de Sabios.

Carta al Tribunal de Sabios.

 

Nada hay nada más triste que la sordera y la ceguera intencionada.

 

La tristeza que me embarga no es producto de un fracaso ni de un berrinche por no obtener lo esperado, sino el resultado de un debate interno que no consigue comprender como un tribunal de “sabios” nos demuestra que la falta de sabiduría les brinda el poder de decidir quien puede o no demostrar en la práctica lo que sabe, y cuando digo en la práctica me refiero a la verdadera enseñanza y no a un simulacro que mal que nos pese puede por muchas razones no ser justamente valorado. En cualquier parte del mundo, o por lo menos en muchas, aquél que demuestra tener ideas innovadoras es catapultado a los mas altos honores,  por qué aquí no?

 

Curioso comité éste de jueces-sabios que solo esperan oír lo que ya saben o por decirlo en forma coloquial: sota, caballo y rey; rechazando por tanto y de manera tajante todo lo que no sea estrictamente igual.

 

Aquí quedan eliminados por su propio peso de la categoría de sabios, ya únicamente solo les queda poder ser jueces, ahora sin juicio que los respalde se colocan aquellas orejas de burro que tan sabiamente supo ver y caricaturizar ese gran maestro que fue Francisco de Goya y Lucientes que entre 1797 y 1799 dibujó y grabó al aguafuerte la primera de sus grandes series de grabados, Los caprichos, donde con profunda ironía, satiriza los defectos sociales y las supersticiones de la época.

 

Que triste estar regidos por mentes tan miedosas, dónde irán  esos alumnos con tan vaga responsabilidad desde sus docentes?

 

Cuantas cuestiones pagaría por poder decirles a la cara todo el daño que hacen a la evolución de la educación, cuanto tiempo perdido por falta de valentía.

 

No se si podrán mirar realmente a alguien a la cara y decir, hicimos lo correcto?

 

Aún recuerdo unos de los primeros consejos que me dio un gran profesor e investigador al que tuve la suerte de tener por maestro y amigo, como si fuera hoy me vienen las palabras de Antonio San Juan cuando ante mi pregunta sobre un buen consejo para ser profesor el me dijo que su máxima como docente era la siguiente: “...equivócate siempre ante un alumno aprobándolo y nunca suspendiéndolo...” “...sí esta ahí es porque tiene un interés y puede que éste haya tenido un mal día, un mal año, o incluso un mal lustro, pero quien eres tú para cortarle la posibilidad de demostrar algún día que realmente servia para ello...si lo suspendes le quitas en principio el mecanismo de demostrarlo...y quién eres tú para hacer esto?...”

 

Estas sabias palabras me han acompañado a lo largo de mi carrera como docente y en mi vida, además les he añadido “...preocúpate antes de lo que les pasa, escucha, y después dicta clase...”. Los resultados siempre fueron satisfactorios.

 

Creo que esto último resume lo que siento. Siento no haberme encontrado con un verdadero comité de sabios, aunque pensaba que lo estaba.

 

Salud.

 

 

PD: A mis alumnos y amigos “...piensa lo que otros no pueden pensar...” “...hacer y reflexionar sobre lo que se hace es hacer filosofía...”

 

Aparecemos como si Nada...

Aparecemos como si Nada...

En el Hombre, en Filosofía, y en el Arte,

todavía,

todo esta por decir ,

solo podemos presentarnos como Emigrantes,

Huérfanos,

y ante todo Desnudos.

Bernabé Mallo

Salud.

La filosofía en la edad antigua: introducción general.

Introducción a la filosofía antigua.

 

1. La historia de la filosofía.

 

La historia de la filosofía coincide sensiblemente con la historia general de la civilización y la cultura occidentales. Puede, en consecuencia, ser dividida en las cuatro mismas grandes edades: antigua, media, moderna y contemporánea.

 

En la antigüedad la filosofía se constituye y desarrolla en relación con la religión. A todo lo largo del proceso histórico de la edad antigua, la religión adquiere hasta tres formas diferentes: el antropomorfismo griego, el teosofismo helenístico y el cristianismo de los padres de la iglesia. Las dos primeras formas religiosas tienen de común el ser creaciones humanas, imaginativa una y racional la otra. La religión cristiana, más que creación humana, es donación de Dios. De ahí la peculiar relación de la filosofía con cada una de ellas: el antropomorfismo mitológico precede a la filosofía; el teosofismo helenístico la sigue, y el cristianismo la supone. La filosofía surge en Grecia destacándose de la religión, y se constituye como especulación racional. En el helenismo, desarrollándose como forma especulativa racional, crea la religión y se funde con ella. En el cristianismo se expresa la religión bajo forma de doctrina.

 

 

2. El origen de la filosofía.

 

Ese modo de sabiduría al que se impondrá, corriendo el tiempo, el nombre de "filosofía", tiene su origen en el pueblo griego. Las espléndidas civilizaciones orientales sólo poseen una sabiduría totalmente orientada a la práctica e indisolublemente unida a la religión. En el repertorio de conocimientos de la sabiduría oriental hay una serie de verdades que pertenecen hoy al patrimonio de la filosofía, pero por la forma en que fueron alcanzadas (enseñanza de la tradición religiosa), o por el sentido que se les daba (carácter sagrado, fundamento y sostén de una religión), jamás pasaron de un estadio que pudiéramos llamar prefilosófico.

 

La filosofía, propiamente dicha, ni siquiera aparece con los primeros pensadores griegos. En un principio pululan en Grecia los poetas, simples intérpretes de las tradiciones religiosas, o geniales creadores de mitos, como Hesíodo y Homero. Posteriormente aparecen los sabios sentenciosos, una serie de moralistas o políticos que encerraban en sentencias las verdades prácticas de la sabiduría popular por las que su propia experiencia de la vida y de los hombres les dictaba. La tradición cuenta siete de estos sabios. Entre ellos figura Tales de Mileto. El fue el primero que consiguió independizar la especulación sobre el mundo de las cosmogonías y teogonías anteriores. Según Aristóteles, con Tales comienza propiamente la filosofía griega.

 

 

3. Caracteres generales de la filosofía antigua.

 

A dos modalidades bastante diferenciadas deben ser adscritas las realizaciones históricas de la filosofía de la edad antigua. Constituyen la primera, la sustentada por el pueblo griego, con su correspondiente prolongación en el mundo romano, con anterioridad o con independencia de toda influencia del cristianismo. Pueden distinguirse en ella dos facetas que, aunque fuertemente conexionadas, presentan caracteres contrapuestos: la filosofía griega propiamente dicha y la filosofía helenisticorromana. La segunda modalidad general la representan los pensadores cristianos, principalmente los padres griegos y latinos.

 

 

4. División de la filosofía antigua.

 

De conformidad con lo dicho, debemos dividir la historia de la filosofía antigua en las siguientes tres épocas:

 

1. Época helénica.

2. Época helenisticorromana.

3. Época patrística.

 

 

La filosofía en la edad antigua: época helénica.

 

Proemio sobre la filosofía griega.

 

1. Los límites de la filosofía griega.

 

La filosofía, como reflexión racional sistemática sobre universo y la vida del hombre, tuvo su origen en Grecia entre los siglos VII y VI antes de Jesucristo. La época helénica de la filosofía concluye a la muerte de Aristóteles (322).

 

El primero de estos centros lo constituye Mileto, ciudad jonia, en el Asia menor. Destruida esta, se traslada al sur de Italia y a Sicilia (Magna Grecia). En tiempos de Pericles (429), se convierte a Atenas en el centro filosófico de primer orden y en ella brilla en todo su esplendor la filosofía griega.

 

 

2. Caracteres de la filosofía griega.

 

La filosofía griega nos aparece hoy como la obra exclusiva de la razón natural. Su filosofía es el resultado del simple esfuerzo lanzado a la conquista de la verdad sin otras armas que las de la experiencia y la razón ni otra garantía que la evidencia misma.

 

 

3. Los problemas fundamentales.

 

El primer problema lanzado inicialmente a la filosofía griega por las primeras especulaciones es el constituido por la realidad del mundo exterior. En general, a él se trenza toda la especulación helénica anterior a los sofistas. Todos los llamados presocráticos acometen ese problema e intentan solucionarlo desde el punto de vista del movimiento. Dícese que el filosofar ha surgido del asombro. A los primeros griegos no podía asombrarles la existencia, en cuanto tal, de las cosas. Lo que les produce asombro es que estas cosas también se muevan, nazcan y perezcan. El movimiento les plantea el problema del ser mismo de las cosas.

Porque moverse es dejar de ser lo que se es para ser otra cosa.

Y esto les hace problemática la realidad misma de las cosas. Un enfoque tal del problema determina la insuficiencia de todas las soluciones presocráticas.

 

No tarda en notarse, que en medio de la variedad de movimientos y de la diversidad de cosas algo permanece y les es común:

..el ser.

Surge así el problema estrictamente ontológico, que tampoco tendrá cabal solución con la especulación presocrática.

 

Posteriormente se pierde el interés por los problemas cosmológicos y se centra la atención en el hombre. El problema antropológico, que incluye en sí una multiplicidad de cuestiones morales y políticas, pertenece ya a los tiempos de Sócrates y los sofistas. Tras ellos, la filosofía se encarrila por las minúsculas escuelas socráticas y queda constreñida en el exclusivismo ético.

 

Afortunadamente, un genial discípulo de Sócrates, el divino Platón, supera el exclusivismo ético conjugándolo con el exclusivismo cosmológico para, aprovechando los elementos metafísicos ganados por Parménides, elevar la filosofía a un desarrollo insospechado. La realización platónica de la filosofía adquiría resonancias universales.

 

Superando también todo exclusivismo, Aristóteles escala la más alta cumbre de la filosofía griega y deviene maestro universal. Teórico insuperable de la ciencia, crea el instrumento del saber (la lógica), se aplica al estudio de la naturaleza (física), asciende a la consideración del ente en cuanto tal (metafísica), y desde allí desciende a la organización del saber moral (ética). Aristóteles representa bajo todos los aspectos, la culminación de la filosofía griega. Tras él, extinguidos los resplandores de su discipulado, la filosofía deja de pertenecer al pueblo griego para pasar al ámbito helenisticorromano.

 

 

4. Despliegue histórico.

 

La filosofía griega discurre, serena y majestuosamente, bajo la única vía de la luz natural de la razón humana, desde Tales de Mileto a Aristóteles. Las etapas fundamentales han quedado ya señaladas, pero la volveremos a enumerar para que se recuerde:

 

1. Etapa de los presocráticos.

2. Etapa de los sofistas.

3. Etapa socráticas.

4. Etapa platónica.

5. Etapa aristotélica.

 

 

5. Las escuelas helénicas y sus representantes.

 

A. En primer lugar, los presocráticos. Como su nombre indica, los presocráticos son los filósofos griegos anteriores a Sócrates. Algunos, incluso, son contemporáneos de Sócrates. Este nombre tiene contenido por la temática filosófica distinta de la que caracterizaba la etapa sofística en la que se mueve Sócrates. Mientras Sócrates se ocupa del hombre, los presocráticos tratan de la naturaleza, de la fysis. Debemos distinguir varias escuelas especificadas ora por el lugar de que procedían o donde se establecían, ora por la forma de llevar a cabo la especulación. Tales son: la escuela jónicas, que tiene por representantes a Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes: la escuela y itálica o pitagórica, con Pitágoras, Filolao, Hipócrates, Arquitas y Alcmeón como representantes más caracterizados; la escuela de Elea, a la que pertenecen Jenófanes (como antecedente), Parménides, Zenón y Meliso, y en la que pueden incluirse, por contraposición, Heráclito de Efeso; quedan, finalmente, un grupo de filósofos que podemos denominar pluralistas conciliadores, cuyos nombres más característicos son Anaxágoras y Demócrito. Los jónicos hacen filosofía como teoría de la naturaleza. Los pitagóricos hacen de la filosofía ciencia de los números. Los eleatas y Heráclito llevan la investigación filosófica al ente como tal. Los pluralistas vuelven a una concepción de la filosofía como ciencia particular de las cosas.

 

B. Tras los presocráticos, los sofistas se despreocupan de la naturaleza exterior y ponen al hombre como tema central de sus indagaciones. Los sofistas eran legión. Debemos registrar dos escuelas: la relativista, de Protágoras de Abdera, y la escéptica, de Gorgias de Leontino. La filosofía se convierte con los sofistas en retórica sobre los asuntos humanos.

 

C. En medio de la sofística esta Sócrates. Sócrates imprimió nuevos rumbos a la filosofía griega. De sus numerosos discípulos, sólo Platón escaló las gradas de un magisterio superior.

 

D. Mientras la herencia de Sócrates se dilapidaba en manos de las minúsculas escuelas, fructifica y alcanza desarrollo insospechado en el mayor de los socráticos, Platón, quien habrá de elevar la filosofía a uno de los niveles más altos escaldados por la antigüedad. Platón convierte la filosofía en el esfuerzo dialéctico para alcanzar el conocimiento intelectual de las ideas. Fundó la escuela de la academia.

 

E. Después de Platón aparece la colosal figura de Aristóteles. A Platón le pasó con Aristóteles lo que a Sócrates había sucedido con Platón; a fuerza de fidelidad del discipulado se produjo la superación en el magisterio. Aristóteles pasa por tres etapas en el desarrollo del pensamiento filosófico. Alumno de Platón durante veinte años, se adhirió primeramente, con pasión de discípulo fervoroso, a la doctrina del maestro. Según testimonios que se conservan en dos escritos de juventud que se han perdido, el diálogo Eudemo y el Protréptico, acentúan la tendencia mística de la filosofía platónica, llevando la desvalorización de este mundo (cárcel y suplicio del alma) a la mayor radicalidad. Durante esta etapa entiende Aristóteles la filosofía como "adquisición y empleo de la sabiduría", como contemplación de la verdad, contemplación que, si en este mundo es difícil y fatigosa a causa del estado contrario a la naturaleza (estado de enfermedad) en que se halla el alma tras la caída, será dulce y fácil cuando vuelva allá arriba, de donde ha venido, y recobré el estado de salud. La segunda etapa del pensamiento aristotélico puede llamarse de transición. Está representada por el diálogo sobre la filosofía (también perdido), que contenía tres partes: una, de significación histórica; otra, de crítica de las ideas de Platón, y una tercera, de construcción sistemática en la que da las pruebas del existencia de Dios inmutable, eterno y primer principio ordenador, y elabora la teoría de la eternidad del mundo y de las divinidades cósmicas. En la etapa definitiva de su pensamiento, Aristóteles despliega las alas de la dialéctica, que desde las ideas interpretaba las cosas, para acomodarse más a la realidad y explicar metafísicamente las ideas de las cosas. Con ello la filosofía deja de ser noesis de las ideas y preparación para la muerte, y adquiere el rango de explicación universal de los seres en cuanto tales. Con Aristóteles alcanzó la filosofía griega la cumbre de su desarrollo y se inaugura la época de la especialización científica. La escuela por el fundada, llamada peripatéticos o del Liceo, tuvo larga vida.

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La filosofía en la edad antigua: época helénica.

La escuela jónica.

 

1. Los antecedentes orientales de la filosofía griega.

 

La filosofía griega no surgió sin precedentes que condicionan su aparición, dos géneros de antecedentes quedaron ya apuntados: las civilizaciones orientales y la mitología del propio pueblo griego.

 

Sobre las colonias griegas de Asia menor, donde va a constituirse el primer centro filosófico propiamente dicho, había gravitado poderosamente a la influencia de las grandes civilizaciones de Egipto y de Asia, donde habían florecido ciertas investigaciones científicas (astronomía y matemáticas) y técnicas (medicina y agrimensura). No habían faltado tampoco determinadas reflexiones, siempre ligadas al imaginativo ciertamente, pero concretadas en determinadas creencias sobre la supervivencia del alma y el origen del mundo. Todo ello fue aprovechado por los griegos, que habían de elevar la reflexión a la categoría de racional y sistemática, haciendo surgir así a la filosofía propiamente dicha.

 

 

2. La reflexión mítica en la civilización helénica.

 

Para el nacimiento de la filosofía fueron también decisivas las primeras reflexiones míticas que habían venido desarrollándose en la civilización prehelénica. La reflexión mítica, que después se prolonga en los primeros tiempos de la civilización griega, divinizado las fuerzas y los seres en la naturaleza, dándoles figura humana (antropomorfismo), y estuvo atenta a la explicación de los orígenes del mundo (teogonías). Homero (siglo X antes de Jesucristo) presentaría ciertas reflexiones sobre los problemas del mundo al considerarlo producido por fuerzas divinas, de las cuales el océano es el primer progenitor. Hesíodo (siglo VIII antes de Jesucristo) deriva de la teogonía una cosmogonía, cuyo problema capital es el del origen de todas las cosas; pone como principio de todo al caos tempestuoso. En el siglo VII aparecen las teorías cosmogónicas del Orfismo, un complejo movimiento que toma su nombre del poeta mítico Orfeo. Los órficos buscan el principio de todas las cosas en la noche o en Cronos (el tiempo); admiten la idea de la cíclica repetición de todas las cosas, y, por lo que se refiere al alma, defienden la metempsicosis o transmigración de un cuerpo a otro.

 

Parece natural la consideración de que el pensamiento griego de todo este período, que podemos llamar místico-religiosos o poético-teológico, condicionase positivamente el nacimiento de la reflexión filosófica propiamente dicho. Hay en él como un progresivo despojamiento de la expresión mítica y del carácter religioso acentuado después del Orfismo en poetas como Esquilo y Píndaro, y más todavía en los sabios sentenciosos. Cuando ese despojamiento se haga más sensible y adquieran vigor las indagaciones matemáticas y astronómicas, quedará todo definitivamente preparado para el surgimiento de la filosofía. Diríase que la materia de la filosofía estaba ya lograda. Sólo era necesario ganar su forma. Con la entrada en acción de Tales de Mileto se produjo el milagro. La filosofía surge como reflexión racional sobre la naturaleza del universo.

 

 

3. El problema de la filosofía jónica.

 

La filosofía griega tiene su origen en Mileto, ciudad jónica de Asia menor, a partir del siglo VI antes de Jesucristo, Tales, Anaximandro y Anaxímenes son sus primeros representantes. Estos pensadores de Mileto comienzan por apartar la especulación de los dioses para centrarla en el universo mismo. No es que nieguen la influencia de los dioses ni de otros agentes exteriores en el ser y el acontecer mundano; la dejan, simplemente de lado. Surge así la filosofía, explicación racional del universo, como teoría acerca la "Naturaleza" de la fysis. Se intenta explicar la naturaleza sin salir de la naturaleza; el acontecer de los seres naturales, por un principio natural, y sin que la explicación repercuta en la vida religiosa, técnica o política. Dos caracteres ganan la filosofía con estos primeros sabios de Mileto: El desinterés del conocimiento, que hace de la especulación pura teoría, y la universalidad del objeto a que se dirige, que comprende la naturaleza entera. El problema en torno al que giró toda la especulación milesia fue el tema del principio (arjé) de todas las cosas, de la sustancia primordial que se halla en el fondo de todos los seres naturales y que se conserva a pesar de todos los cambios. La universalidad, pues, ganada como carácter de la filosofía, se ve doblemente reducida: se lleva sólo sobre la naturaleza sensible, dejando encubiertas otras regiones de la realidad, y se hace consistir la explicación en la búsqueda de la causa material sin tan siquiera apuntar a otras clases de causas, salvo, tal vez, la eficiente. En un doble sentido, pues, se reduce el problema filosófico a lo puramente material y físico. De ahí el hombre debe fisiólogos con que se conoce, desde Aristóteles, a los naturalistas jonios.

 

 

4. Tales de Mileto.

 

El más antiguo de todos los filósofos jonios es Tales de Mileto (624-546, aproximadamente). Se trata de uno de los siete sabios de Grecia. Fue, además de filósofo, astrónomo, político y matemático. Se le atribuyen varios descubrimientos científicos, como la predicción de un eclipse. Para Tales, el principio de donde procede todo es el agua (posiblemente por influencia babilónica), esto es, el estado de humedad. Es probable que fundase esta afirmación en la experiencia de que los alimentos y el semen de animales y plantas son húmedos. El agua, como principio que es de todo lo demás, carece ella misma de principio. Debe entenderse como una fuerza activa, animada y animadora, como elemento "divino". De ella deriva todas las demás fuerzas y los seres todos de la naturaleza. También pensaba Tales que la tierra era un disco flotando sobre el agua. Además, el mundo estaba lleno de espíritus (hilozoísmo). Finalmente, admitía que las estrellas están clavadas en el firmamento. Es el tributo que la inteligencia los primeros filósofos debía rendir a los sentidos.

 

 

5. Anaximandro.

 

Sucesor de Tales, vivió aproximadamente desde el año 610 al 547. Escribió la primera obra filosófica en prosa, sobre la naturaleza, título que se dio después a gran número de libros filosóficos. También fue, como tales, matemático y astrónomo, e igualmente se le atribuyen numerosos inventos científicos.

 

Cree Anaximandro que el arjé no es ninguna de las cosas de la experiencia. Tal vez éste constituido por una mezcla de todas las sustancias, o por una sustancia indeterminada, a la que llama ápeiron (y infinito o indefinido). Pensaba que una materia finita no podía dar lugar a la indefinida sucesión de cambios.

 

El avance perceptivo de Anaximandro sobre Tales es muy notable. Las líneas generales de su cosmología, siempre difíciles de determinar en detalle por las clases de fragmentos conservados, podrían establecerse así:

 

El ápeiron es principio de todas las determinaciones físicas, contingentes y mutables que se observan en el mundo. En sí mismo considerado carece de toda determinación física y concreta. Es, por tanto, originalmente indefinido y originado de toda determinación cósmica. Frente a la multiplicidad de las cosas, posee el ápeiron unidad; frente al desequilibrio, armonía; frente a la contingencia, necesidad; frente a la temporalidad de lo naciente y perecedero, eternidad. El ápeiron es el "divino inmortal" de donde todo se origina y a donde todo regresa. Respecto de él, todo lo demás es ruptura y fraccionamiento, desequilibrio y contrariedad.

 

El proceso cósmico de sucesión de los mundos infinitos que es entendido por Anaximandro como la reparación o expiación de una injusticia. En el comienzo del proceso hay una "caída"; en el término, un retorno. Y entre la caída y el retorno, el proceso mismo entendido como necesaria expiación. La "caída" se origina por una especie de excitación que da lugar a un sinnúmero de torbellinos, cada uno de los cuales producirá un mundo. Consiste la caída en la ruptura de la unidad, el trastorno de la armonía, la degradación de lo necesario. Su resultado es el nacimiento de las cosas y su distribución en contrarios (raro-denso, caliente-frío, seco-húmedo). Comienza entonces la lucha como expiación de la injusticia a todo lo largo del proceso temporal. Sólo concluida con la destrucción de los contrarios, la reducción de las suposiciones, la superación de la multiplicidad. Es decir, por el retorno periódico a la unidad original.

 

 

6. Anaxímenes.

 

Anaxímenes de Mileto vivió aproximadamente desde el año 588 al 524. Vuelve el problema filosófico a la dimensión en que lo colocara Tales. Sólo que mientras Tales ponía el principio originario en el agua, Anaxímenes lo pone en el aire, esto es, en el estado gaseoso. Bajo la influencia del frío se produce el proceso de compensaciones sucesivas del aire para dar origen a las nubes, a la agua, a la tierra. Y bajo la influencia del calor se inicia el proceso de la mayor dilatación o rarefacción del aire para dar origen al fuego y a los astros. La naturaleza está también animada, constituyendo el aire, el verdadero soplo de la vida.

 

Debemos notar, en Anaxímenes determinadas aportaciones perfectivas al proceso de la filosofía jonia. No creo, contrariamente a Anaximandro, que el simple movimiento en el seno del principio tuviese eficacia productiva. El movimiento puede separar las cosas mezcladas, pero no producirlas. Por ello precisamente exigía el doble proceso opuesto de condensación y rarefacción. Con el, pues, la filosofía se aparta aún más de las cosmogonías anteriores.

 

 

7. Examen de la doctrina jónicas.

 

La especulación de estos primeros jonios es una filosofía de la naturaleza con preocupación por lo fenoménico. Su preocupación fundamental se dirige a la indagación de lo que pueda explicar el origen de las cosas y de lo que, en definitiva, constan. Y la explicación se resuelve en un principio material, que es "concreto" para Tales, "indeterminado" para Anaximandro y "vital" para Anaxímenes. Los tres son empiristas. La concepción unitaria o monista del principio se hace compatible con la franca afirmación del pluralismo físico de las cosas. La falta de una distinción neta entre la materia y el espíritu les hace derivar al hilozoísmo.

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La filosofía en la edad antigua: época helénica.




 

La escuela pitagórica.


 

1. Los pitagóricos.

 

Desaparecida la filosofía de los jonios ante el dominio persa y la destrucción de Mileto, aparece un nuevo foco filosófico, constituido por la llamada escuela y itálica o pitagórica, en la magna Grecia (Italia meridional). Según la tradición, el fundador de la nueva escuela fue Pitágoras, personaje que, procedente de Samos, estableció en Crotona una sociedad filosófica que era al mismo tiempo una secta religiosa y política. Como secta religiosa, los pitagóricos se inspiraban en los misterios órficos, daban culto a Dionysos y practicaban métodos ascéticos de purificación que sólo a los iniciados revelaban. Como liga política, lograron ejercer el poder en diversas ciudades de la magna Grecia, hasta que fueron violentamente dispersados. Como sociedad de sabios, cultivaron las ciencias, especialmente las matemáticas, la astronomía y la música. Concluirán entendiendo la filosofía con una forma de vida, como un ideal teorético de especulación pura. La importancia de los pitagóricos radica en el cambio que introduce en el objeto mismo de la investigación filosófica.

 

 

2. El nuevo problema a la filosofía griega.

 

Hemos visto que los jonios reducían la filosofía a la física. Los pitagóricos abandonaron el punto de vista físico y descubren una nueva esfera de la realidad: la del ente ideal o matemático. En función de la matemática pretenderán explicar la realidad entera. Ahora no se trata ya de determinar el elemento material primitivo todas las cosas, sino más bien de indagar la ley (La esencia) que haga comprensible todo. Para ello fue decisivo el cultivo preferente de la matemática, la astronomía y la música. La ciencia de los números les puso en contacto con realidades invisibles diferentes a aquellas que los sentidos manifiesta; el estudio de los ciclos astronómicos y la consideración de los trozos musicales les reveló la existencia de relaciones numéricas susceptibles de ser enunciadas según leyes matemáticas. El mismo acontecer de la naturaleza, los cambios y movimientos de las cosas de experiencia están sometidos a proporción, a armonía y, en consecuencia, a medida y a número. El número, pues, lo domina todo. Y no es, simplemente, que exista el número por arriba de las cosas sensibles constituyendo un orden inmutable que presida el curso los acontecimientos, o por debajo de las mismas imprimiéndole es sus cambios y dirigiendo sus movimientos. Se trata de algo más importante: los números son la única realidad verdadera y expresan la esencia misma del mundo. Los números explican el acontecer natural (la legalidad de la armonía de las esferas celestes y de los cambios terrestres) y la naturaleza misma (la esencia de toda las cosas).

 

 

3. La nueva concepción de la filosofía.

 

Ese nuevo problema filosófico lleva implicada una nueva concepción de la filosofía misma. La filosofía seguirá refiriéndose al ámbito entero de los seres, a la naturaleza y, además, de una manera desinteresada o por el único interés de la verdad. Se atribuye, en efecto, a Pitágoras la comparación de la vida humana con lo que sucede en los juegos públicos, donde unos hombres se disputan el triunfo, otros se aprovechan para comerciar y otros gozan, del espectáculo. En el espectáculo entero de la vida humana, unas personas buscan la gloria, otras el interés y un reducido número de hombres (los filósofos) sólo aspira, en supremo desinterés, a la verdad.

 

Los pitagóricos superan el grado de abstracción en que se colocaron los jónicos y alcanzan el plano de la especulación filosófico-matemático; pierden la física, y sin alcanzar la metafísica, reduce la filosofía a la ciencia de los números, la cual, pretendiendo ser explicación de lo real, les conduce a la confusión del número con lo numerado, de tal manera que lo que pudo haber sido investigación de la causa formal se quedó en puro simbolismo.

 

 

4. Pitágoras.

 

La vida de Pitágoras, parece haber discurrido entre los años 572 y 500, procedía de la isla de Samos, y se estableció en Crotona (magna Grecia). El pitagorismo representa un movimiento cubierto por los velos de la leyenda. Pueden señalarse en el proceso del pitagorismo tres momentos generales: el primero se desarrolla en el siglo VI antes de Cristo, centrado en torno a la figura de Pitágoras, y del nos ocupamos aquí; el segundo lo constituyen los pitagóricos del siglo V a. C., y el tercero está formado por el neopitagorismo, una especie de renacimiento pitagóricos que tienen lugar en los siglos I antes de Jesucristo y I y II después de Jesucristo, y, por tanto, durante la época helenisticorromana.

 

La doctrina de Pitágoras y de los pitagóricos de la primera hora puede ser expuesta adscrita a las tres rúbricas siguientes:

 

A. La ciencia de los números.

 

Pitágoras llevó a la magna Grecia la cosmología jónica. Pero fue poco a poco sustituida por una especie de matematicismo físico que constituye la ciencia de los números. En conexión con las matemáticas y hasta con la música, pero sin relación visible con la mítica, establecía en los pitagóricos que los números constituían la esencia de las cosas. Así, por ejemplo, el número 3 representa el matrimonio; el 4, la justicia, etc. Los números tenían, además, ciertas relaciones con las formas geométricas. El 3, el 6, el 10... eran representados por puntos en forma de triángulo; el 4, el 7... en forma de cuadrado. También ponían a los números en relación con los acordes musicales. Por otra parte, pone en la aritmética en relación con la geometría, de tal manera que hacen una geometría de los números: el 1 es el punto; 2, la línea; 3, la superficie; 4, el cuerpo sólido. La suma de los cuatro primeros, es decir, el 10, era también un número triangular, la tetractys, por la cual hacían juramento los iniciados en la secta.

No está clara la completa significación y el alcance de la doctrina pitagórica sobre los números; pero lo cierto es que consideraban el número y la armonía como esencia del mundo, y ello porque en los ciclos astronómicos, a como los trozos musicales, se revelan relaciones numéricas susceptibles de ser enunciadas según las leyes matemáticas.

 

B. La doctrina de la metempsicosis.

 

La idea de la metempsicosis o transmigración de las almas es muy antigua, y, desde luego, anterior a Pitágoras. Las almas preexisten y sobreviven al hombre, trasmigrando a través de los cuerpos de hombres y animales. Es interesante la formulación que esta teoría adquiere en los pitagóricos. El alma procede del Uno, a través del fuego. Debido a una cierta culpa original, cae en el mundo sensible a y se une a un cuerpo a en el que encuentra su cárcel. El cuerpo es para el alma lugar de expiación. Hasta que no alcance la justicia original, debe el alma pasar por reencarnaciones sucesivas en distintos cuerpos.

 

C. Doctrina moral.

 

La filosofía pitagórica concluye en una especie de misticismo religioso de base psicológica y cósmica. Todo procede del Uno y al Uno debe retornar. Entre la procedencia original y el definitivo retorno se sitúa el despliegue temporal de la incesante movilidad. En lo que se refiere al alma, ese despliegue debe consistir en el ejercicio de la virtud concebido como armonía, es decir, como una ley de justicia entre sensibilidad y la racionalidad. Este despliegue de las almas se traslada al devenir cósmico. También las cosas del cosmos han de superar las contrariedades y cumplir la suprema ley de la armonía. De lo contrario, tanto las cosas como las almas están sujetas a nuevas transmigraciones. Cuando todo haya sido cumplido y la purificación y expiación sean absolutas, cosas y almas retornarán al Uno. De esta manera el término del proceso enlaza con el comienzo y el fin del cosmos se confunde con el principio.

 

 

6. Juicio sobre los pitagóricos.

 

A la cuestión con que se inicia la filosofía habían contestado los jónicos con la apelación a un principio de orden material. El hecho de que los pitagóricos descubrieran que el principio originario no podía ser agua ni aire ni que el ápeiron podía ser el principio, significa ya un evidente progreso filosófico. Declarando la insuficiencia del principio material, terminaron por negarlo, y en la negación de la materia se le reveló la necesidad de un principio de tipo formal que había de ser matemáticamente determinado. He aquí, pues, que al huir del exclusivismo jónicos de la materia caen los pitagóricos en el exclusivismo de la forma. El mundo pitagórico es esencialmente número, porque siendo constituido de las cosas únicamente la forma, concebida como figura espacial, debe encontrar su inteligibilidad en la determinación geométrica y en la aritmética significación. Por muy matematizado que concibiese el mundo el pitagorismo no pudo desprenderse del carácter cientificonaturalista de la filosofía jónica. Se necesitará la llegada de Parménides para elevar el problema filosófico al nivel de la metafísica.

 

Ejercicios Hot Potatoes...

 

 

 

La filosofía en la edad antigua: época helénica.





 

Heráclito y los Eleáticos.

 

 

1. El problema del ser y el devenir.

 

Tras los pitagóricos, dos importantes figuras, que aparecen, separadamente, son Heráclito de Efeso y Parménides de Elea. Desde supuestos doctrinales semejantes van a llegar, por caminos diferentes y contrapuestos, a la misma conclusión. Ambos arrancan del término conclusivo de la especulación de los jónicos, que habían entregado a la filosofía el descubrimiento de la naturaleza, principio de donde las cosas proceden y sustancias de que están hechas. También ellos van a hablar "Sobre la naturaleza", y así titula sus respectivos poemas. Los dos critican la física jónica y la rechazan, porque pretendiendo estudiar la naturaleza como principio y sustancia de todas las cosas, concluye encontrando la sustancia y el principio en una de ellas: el agua, el aire. Los dos se apartarán de la vía de la opinión del hombre vulgar para seguir la vía de la verdad del sabio. Y en la vía de la verdad se les patentizará el ente, elevando así la filosofía al nivel de la metafísica. La naturaleza, que está detrás de toda las cosas como el principio de donde emergen y en toda las cosas como en su más sustantiva realidad, es el ente. La filosofía misma será una ocupación teorética con el ente. Es precisamente esta ocupación lo que caracteriza a nuestros dos pensadores, y lo que los contrapone, la contraposición misma de sus respectivas concepciones del ente. Heráclito nos ofrecerá una concepción del ente cruzada de dinamicidad. Apoyado en la movilidad de las cosas, perderá las cosas para instalarse en la movilidad del ente. Parménides, por el contrario, nos ofrecerá una concepción del ente dominada por la elasticidad. Rechazará desde el primer momento las cosas para poder conservar la inmovilidad del ente.

 

 

2. La escuela de Elea.

 

A. El problema fundamental.

 

Además de los pitagóricos, aparece en la magna Grecia la escuela Eleática, cuyo representante capital es Parménides. Sigue muy vivo el problema de la realidad del mundo exterior y, aunque se le enfoca desde el punto de vista del cambio, terminada negándose el movimiento y centrando la especulación en el ser, concepto fundamental de la nueva escuela.

 

 

3. Parménides.

 

Uno de los pensadores más originales y profundos de la antigüedad es Parménides de Elea (hacia el 540 antes de Jesucristo). Escribió un poema en hexámetros que lleva por título "Sobre la naturaleza" y que tenía dos partes: la vía de la verdad y la vía de la opinión.

Para Parménides, la verdadera realidad no puede ser la del mundo sensible ofrecido por la percepción, constituido por las cosas que nacen, se mueven y perecen. Antes bien, la verdadera realidad será el ente, esto es, la unidad, la inmovilidad, la eternidad.

Sólo el ser es, y el no ser no es. 

En la vía de la verdad, el ente está presente al pensamiento: no tiene pasado ni futuro; el ente no fue ni será, sino que, simplemente, es. Además, el ente es uno: la multiplicidad de las cosas es aparente y no atenta contra la unidad del ente. Por la misma razón el ente es inmóvil: cambiar sería convertirse en no ser, pero el no ser no es; devenir (llegar a ser o dejar de ser) implicaría dualidad en el ente, y el ente es uno. Por análogas razones el ente es eterno. En la vía de la opinión se nos ofrece la multiplicidad y el cambio. Pero el cambio o movimiento como un llegar a ser es imposible. La razón nos advierte la ilusión en la que la sensibilidad cae.

 

 

4. Heráclito.

 

A. El problema.

 

Filosóficamente, Heráclito de Efeso (540/476) depende todavía de los fisiólogos jónicos, al propio tiempo que se sitúa como antítesis de las soluciones dadas por la escuela de Elea. También en Heráclito interesa el problema de la realidad del mundo exterior, que es, sobre todo, este filósofo de Efeso quien adopta el punto de vista del movimiento en sus intentos de solución. Mientras Parménides terminaba diciendo que todo es y que el movimiento no existe, Heráclito concluida por afirmar que sólo existe el devenir.

 

B. El devenir.

 

Heráclito descubre un hecho universalismo en la naturaleza del mundo exterior:

...todo cambia, nada es.

El mundo es algo que está en continua transformación. El fondo de la realidad es un incesante devenir.

Nadie se baña dos veces en un mismo río, 

...ya que éste está constituido por una corriente de agua que en cada momento es distinta. De aquí que la sustancia primordial, el principio que buscaban los jónicos es, para Heráclito, el fuego, que por esencia es movilidad y constante transformación. La guerra es el padre de todas las cosas.

 

No puede darse mayor oposición a la doctrina de Parménides: Heráclito terminará con la negación del ser de las cosas, ya que no encuentra nada permanente y fijo en la realidad. Las cosas nunca son; siempre se hacen. El agua se hace nube; la nube, lluvia; la lluvia, hielo, etc.

 

C. El escepticismo.

 

La única salida, en buena lógica, es el escepticismo. Sólo la razón, el nous, es algo estático, que cuando quiere aprehender la realidad, se le escapa de las manos, como el agua de una cesta. El conocimiento es imposible, porque la realidad tiene atributos antitéticos con respecto a los del nous. El nous es algo eterno e inmortal; sería el verdadero ser, según Parménides; pero el objeto de conocimiento es algo fluyente y escurridizo, y no hay posible adecuación entre cognoscente y conocido.

 

 

5. Juicio de conjunto.

 

El Eleatismo y Heracliteísmo permanecerán para siempre como los constantes extremos de la historia de la metafísica. A los filósofos de Elea se debe que el problema filosófico perdiese su carácter estrictamente físico y se orientarse hacia la metafísica. El monismo y el panteísmo, como solución al problema del ser, tiene en su fondo una inexactitud que lo invalida totalmente: la univocidad del ser. Parménides, al suponer, al menos implícitamente, la univocidad del ente y al intentar explicar el ser desde el punto de vista del movimiento, hundió a la filosofía en el error y asimismo en el fracaso al pretender dar explicación de la realidad del mundo sensible.

 

Si en el fondo de las afirmaciones de Parménides encontrábamos su concepción de la univocidad del ser, en la doctrina de Heráclito va implícita la concepción de la plurivocidad del ente. Por otra parte, si comenzamos por reducir el ser a devenir, como el devenir no es inteligible por sí mismo, no puede extrañar la conclusión escéptica a que se ve abocado el filósofo de Efeso.

 

Ejercicios Hot Potatoes...

 

 

 

 

La filosofía en la edad antigua: época helénica.

Los pluralistas conciliadores.

 

1. El problema fundamental.

 

Principios del siglo V a.c. aparecen en Grecia tres filósofos (Empédocles, Anaxágoras y Demócrito) caracterizados por el empeño común de conciliar a Parménides y Heráclito y resolver el viejo problema de la filosofía jónica. Replantean, en efecto, el problema de la naturaleza, pero no se trata ya de una naturaleza anterior o superior a las cosas, sino de la naturaleza misma de las cosas en compatibilidad con los cambios efectivos e innegables de las mismas. Para conciliar a la naturaleza y el cambio echarán mano de tres ingredientes fundamentales: la pluralidad de los elementos (corrección a Parménides), la primacía del ser sobre el devenir (modificación a Heráclito) y la noción de la fuerza cósmica (superación de la mera causalidad material de los jónicos).

 

 

2. Empédocles.

 

A. Vida y obras.

 

Empédocles de Agrigento (490-430) descendía de una noble familia siciliana; era físico, médico y filósofo. Parece que rechazó la corona de rey porque quería ser Dios. Como Dios inmortal; efectivamente, se presentaba ante sus discípulos. Valiéndose de sus conocimientos físicos, se hizo admirar cómo taumaturgo. La fama de que gozó en su tiempo fue realmente extraordinaria. Sus obras principales son dos poemas, de los que únicamente se conservan algunos fragmentos, y que llevan por título "De la naturaleza" y "Las purificaciones”.

 

B. Los cuatro elementos.

 

Empédocles está preocupado aún por el problema que se plantearon los primeros presocráticos, y pretende conciliar la inmovilidad del ser con la multiplicidad cambiante de las cosas. Los elementos constitutivos son cuatro: agua, aire, fuego y tierra. Empédocles los llama "Las raíces de todo”. Estos elementos son contrarios e irreductibles, eternos e inalterables. Por combinación diversamente dosificada dan lugar a todas las cosas. De esta manera parece que afirma que las diferencias meramente cuantitativas fundan las diferencias cualitativas del compuesto. Las cosas, propiamente, no nacen ni mueren, sino que aparecen y desaparecen, por unión y desunión de sus elementos constitutivos.

 

C. Las dos fuerzas.

 

Para explicar esta unión y separación de los elementos, Empédocles, admitía dos fuerzas contrarias: el amor, que une y crea, y el odio, que separa y destruye. La preeminencia de una u otra de estas fuerzas determina las alternativas del acontecer del cosmos. En el principio reinaba el amor, y, por ello, los elementos estaban unidos y constituían un estado armónico, inmóvil, divino. Después, entra en acción el odio, se produce la desunión y se origina el cambio y la multiplicidad. Y es entonces cuando aparece el mundo.

 

Con este esquema quiere Empédocles explicar también la biología y la psicología. En biología, comienza por afirmar que en un principio existieron grandes monstruos, seres imperfectos, cuyos órganos se separaron. Vuelven a unirse estos órganos por el amor, produciendo nuevos seres vivos, de los cuales sobrevivieron únicamente los suficientemente adaptados. Se ha querido ver en esta teoría de la supervivencia de los más actos un precedente del evolucionismo moderno. Explica el conocimiento de una manera ingeniosa. Los seres emiten corpúsculos que penetran por los sentidos, produciéndose la percepción al unirse al elemento del alma que les es homogéneo: el fuego se conoce por el fuego; el agua, por el agua, etc. El alma transmigra de unos seres a otros hasta que se ha purificado. Entonces deja este mundo para volver a una región celeste.

 

 

3. Anaxágoras.

 

A. Vida.

 

Anaxágoras de Calzomene (500-428) procedía también de una familia noble. Renunció a honores y riquezas para dedicarse a la filosofía.

 

B. Las homeomerías.

 

Anaxágoras creía imposible poder explicar con unos pocos elementos la constitución de todos los seres. Trataba de conciliar el ser inmóvil con la multiplicidad cambiante de las cosas. Para Anaxágoras, no hay verdadera generación ni corrupción. Las cosas son agregados de una infinidad de elementos invisibles, pudiendo ser divididas hasta el infinito sin que se llegue a los cuatro elementos de Empédocles. Las partículas más pequeñas de que se componen las cosas se llaman homeomerías. Estas son una especie de átomos cualitativos, infinitamente pequeños e infinitamente números. La aparición de las cosas se explican, en cierto modo, de manera contraria a como acabamos de ver en Empédocles. Así como en éste la mezcla de los elementos produce las cosas, en Anaxágoras, por el contrario, es la separación de las homeomerías de una misma clase que, al reunirse, se hacen visibles, lo que hace aparecer el nuevo ser. En el principio, las homeomerías estaban mezcladas, no constituyendo un cosmos (orden), sino un caos. El cosmos nació del caos por un proceso de separación, primero, y reunión, después, de las homeomerías de igual calidad. Este proceso no ha concluido todavía: en cada cosa hay homeomerías de todas las demás, que permanecen invisibles hasta que, separadas de la mezcla y unidas entre sí, dan origen a un nuevo ser.

 

C. El "nous".

 

El paso del caos al cosmos se produce mediante una fuerza exterior y superior a la mezcla, a la que llamó nous, mente, y a la que parece haber identificado con algo divino. El nous, principio de la ordenación del mundo, es la más pura de todas las cosas. No parece que Anaxágoras concibió el nous como un ser espiritual.

 

El nous es, por de pronto, un intelecto exterior al caos, que ha impreso en un punto determinado de la mezcla caótica un movimiento rotatorio, que se extiende cada vez más, hasta llegar a constituir el orden que aparece en el mundo actual. Por otra parte, el nous se halla presente en todo ser viviente. Cuanto mayor sea el fragmento de nous en el hombre, tanto más perfecto será su conocimiento.

 

 

4. Demócrito.

 

A. Vida.

 

Demócrito de Abdera (430/370) fue un viajero infatigable. Contemporáneo de Sócrates, vive, sin embargo, todavía preocupado por el problema del mundo exterior. Es, juntamente con su maestro Leucipo, del que apenas se sabe que existió, el creador del atomismo.

 

B. Los átomos.

 

Para Demócrito, en la base de todo lo real hay dos elementos: lo lleno y lo vacío. Lo lleno está constituido por partículas pequeñísimas, invisibles, llamadas átomos. Los átomos tienen de común el ser cualitativamente iguales, contrariamente a las homeomerías de Anaxágoras; pero difieren entre sí en la figura, en el peso y en la sutileza. Hay átomos ganchudos que se engarzan fuertemente entre sí y constituyen los cuerpos sólidos; átomos esféricos que forman los líquidos, y átomos esféricos pero muy sutiles que dan lugar a los gases.

 

C. El vacío.

 

Los átomos por sí solos no explican la constitución del universo, y menos el movimiento de las cosas. Al lado de los átomos, de lo lleno, es preciso poner el vacío, concebido por Demócrito como un espacio inmaterial, y sin el cual no podría producirse el movimiento, cuya existencia es evidente. La existencia del vacío se prueba por la consideración de que los cuerpos del mismo volumen son desigualmente pesados. Los cuerpos de escasa densidad deben contener más espacio vacío que los cuerpos de densidad mayor. En el universo entero no existe otra cosa que los átomos materiales y el vacío inmaterial en que se mueven.

 

El vacío de Demócrito no es lo mismo que el no ser de Parménides. Propiamente el vacío es un principio real, constitutivo de los cuerpos. Se diferencia de lo lleno por carecer de solidez. Los griegos distinguían entre ouk on (no ser absoluto, nada) y me'on (no ser relativo). El vacío no es una simple nada, un absoluto no ser, sino que es un ser espacial, un no ser relativamente a lo lleno.

 

D. El movimiento.

 

Con esto intenta Demócrito resolver el problema del movimiento, clásico en la metafísica presocrática. Los átomos se mueven, como movimiento eterno, en el espacio vacío. En un principio este movimiento se verifica de arriba abajo y en dirección rectilínea. Pero si tal movimiento se produjera siempre de la misma manera, los átomos no se encontrarían y no podían formar los cuerpos compuestos, y el mundo, tal como lo conocemos no se hubiera formado. Pero acontece justamente que en esta caída llegan algunos átomos a coincidir, por azar, con otros; entonces, por la violencia del choque, salen despedidos en todas direcciones, originándose la más variada diversidad de movimientos. El movimiento, como los átomos, es eterno. En su explicación no es necesario considerar ninguna fuerza extra cósmica. Los átomos se mueven por su propia naturaleza. Esta doctrina constituye el mecanicismo.

 

E. El materialismo.

 

Demócrito ha producido la forma más seria del materialismo antiguo. El ser se reduce al ser material. Todo cuanto existe, incluso el alma humana, es un agregado de átomos materiales. En la formación de estos agregados no influye ninguna causa extrínseca. El movimiento se reduce al cambio local.

 

El alma es principio de la vida y órgano del pensamiento, pero de naturaleza material, como los cuerpos. Perece por dispersión de los átomos que la integran; pero, siendo los átomos eternos, con la muerte del hombre, entra en nuevas combinaciones para dar lugar a otros seres.

 

Este materialismo es aplicado también a la teoría del conocimiento. Nuestro conocimiento se inicia con la sensación. Los cuerpos emiten una especie de imágenes tenuísimas, de ídolos, compuestos de átomos muy sutiles que penetran por los sentidos golpeando los órganos del alma. Así se produce la impresión y se realiza el conocimiento, el cual no siempre tiene valor objetivo. Demócrito es llevado a distinguir entre cualidades primarias y secundarias. Las primarias, como el peso y el volumen, son inherentes a las cosas en sí mismas, y, por consiguiente, objetivas. La secundarias, como el dolor, el sabor y del calor, son meras modificaciones de nuestra sensibilidad, y, por lo mismo, subjetivas. Desde el conocimiento sensible de las cualidades primarias podemos elevarnos al conocimiento racional que versa sobre los átomos y el vacío, únicos principios verdaderos y objetivos.

 

F. Conclusión.

 

Debemos observar que estos tres intentos de conciliar tuvieron mejor intención que éxito. No lograron una síntesis superadora capaz de resolver el problema capital de la filosofía presocrática. Tendrá que llegar Aristóteles para que, con un cambio esencial en la formulación del problema, queden puestas las bases de su verdadera solución.